jueves, 10 de junio de 2010

Maltratos

Parte I

Días y noches de torturas
esperando salvación.
Días que nunca acaban
y noches de frío sudor.

Dolor que hiere, que agrava
una cruel traición.
Mi tormento es mi locura,
el suyo, el alcohol.
Cada día más bebe
y yo cada noche sufro su horror.

Mi lamento es no haber sabido
decirle que no.
Me dice que no lo entiendo,
que no comprendo su dolor,
que a él se le hace un mundo
y no encuentra la salvación
mas que en una copa de vino,
en un coñac, o en un wiscky peleón,
y que luego no conoce
a dónde le lleva su error.

Me dice que lo siente,
que me quiere más que a nada,
y yo como feliz tonta,
le consuelo y le concedo mi perdón,
le digo que no importa,
que tiene solución,
pero nada de esto sirve,
pues luego, de nuevo lo encuentro
empapado en ese olor dulzón.

Lo he probado todo,
pero sin ninguna solución,
primero me da de golpes,
luego, llorando, me pide perdón.

Cuatro veces ingresada,
“Cinco no aguanta” dijo el doctor.

Pero él lo siente,
como un niño, llora,
baña mi almohada en lagrimas,
y esto va a ser mi perdición.

Tres niños que me piden,
con gritos de desolación,
que lo deje, que huyamos
a un lugar mejor,
donde el aire no tenga nombre,
donde puedan dormir mejor,
pero yo no puedo dejarlo,
es mi vida, mi gran amor,
dejarlo sería como matar
a sangre fría a mi Razón,
me volvería loca su ausencia,
no volvería a encontrar el calor
que por las noches me da
cuando me pide perdón...

Parte II

Era una buena madre,
buena amiga, y tenia un gran corazón.
Aquí yace su cuerpo,
sin vida y sin dolor.
Aquí sus tres hijos,
con llanto y con rencor.
Lloran por la madre muerta,
el padre, no tiene perdón.

Cuatro veces ingresada,
la quinta no aguantó,
“ya estaba muy mala”
fue lo que dijo el doctor.

Pero ella siguió amando a su marido…
¡el muy cabrón!
ella quería ayudarlo,
pero él la rechazó.
Aquella tarde fría,
fue la última que vio,
y todo porque aquel mal marido
un par de copas se tomó.
Ella ingresó a las tres,
y a las seis murió.

Parte III

Salió en televisión,
en prensa y radio,
pero de nada sirvió,
porque aquel desgraciado,
a los dos años de salió.

Alegaron buena conducta,
rehabilitación, reinserción...
Dijeron que había cambiado,
pero sus hijos sabían que no.

El mayor de ellos, Antonio,
a su madre vengó.
El día del juicio,
agresión a un menor alegó.
Salió en las noticias
como “El Vengador”,
y sin culpa alguna,
de sus hermanos cuidó,
como no lo hizo aquel
que su muerte firmó,
el día que probó una copa
y se hizo adicto al alcohol.

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Hermoso sería si fuera cierto,
pero todos sabemos que no,
Antonio, a su madre perdió,
él y sus hermanos, divididos,
a casas de acogida fueron llevados,
y cuando el padre salió de prisión,
lo reclamó,
por orden de un juez regresaron
a la casa de aquel cabron,
y la primera noche, metidos en sus camas,
los mató.
Luego se pegó un tiro,
y de eso nadie se enteró...
La Justicia había fallado, y no una, sino dos.
Y de aquellos pobres niños,
nunca nadie más habló.


4 de Noviembre de 2002
Mis idas de pinza con 16 años...
He tardao años en comprender este vacío, pero ahora por fin lo entiendo...

Todos mis amantes estaban faltos de algo, entre ellos se completaban, pero no eran capaces de unirlo todo en un mismo ser...

Ahora lo entiendo... el destino me iba dándo poco a poco a probar la miel de tus labios sin dejar a mis ojos contemplarte...
No quería que te encontrara demasiado pronto, lo sé, quería prepararme para que cuando ocurriese, no dudase; para que con una sola mirada desease besarte...
No necesité más para saber que te amaba sin conocerte...
Un impulso... sólo uno para perturbar mi alma sosegada...

Aquella noche, el cielo luchaba por no soltar lagrimas de alegria al vernos por fin juntos...
El viento helaba por unir nuestros cuerpos...pero ambos nos resistimos a creer lo que nos susurraban
nuestros corazones heridos...


Sé que ya nos conociamos... nos buscabamos... llevábamos vidas enteras luchando por mantener nuestro amor unido, completándonos...
Vida tras vida el destino ha disfrutado viendonos sufrir al separarnos, pero siempre nos ha dejado reencontrarnos... sé que disfruta con ello...

Pero por fin te tengo... y ahora que te he encontrado, no te dejaré marchar hasta mi muerte...

Alma...

El coche nisiquiera frenó. Continuó hacia delante como si mi cuerpo nunca hubiese intervenido en su camino. Apenas me di cuenta de ese breve instante. Sé que estaba cruzando a la otra acera con un amigo cuando algo rojo se acercó a nosotros. De pronto, me encontré en el suelo. El mundo daba vueltas a mi alrededor. Cerré un momento los ojos y no pude volver a abrirlos.

Cuando desperté, no me dolía nada, pero me sentía cansada...tan cansada... El cuerpo me pesaba mucho y apenas podía moverme. El ruido de la ambulancia me hizo volver a la realidad. Oía gritos en mi entorno, pero no era capaz de comprenderlos, ¿qué dirían? Voliví a cerrar los ojos. Los gritos se iban alejando, pero el sonido de la ambulancia era ensordecedor. Sé que alguien me cojía la mano mientras me decía que no pasaba nada, que todo saldría bien...no sé quién era...¿quizás mi amigo? No podía verle la cara, y su voz sonaba tan extraña, tan lejana... Volví a cerrar los ojos...

Oí llorar a mi madre...¿qué pasaba? Abrí de nuevo lo sojos, pero esta vez, me costó más aún ver aquello que me rodeaba. Mi madre... mi padre... mi hermana... y él... que me contemplaba con la mirada turbia, apenas podía ver sus ojos entrelas lagrimas. No tardé en comprender su silencio, ninguno se atrevió a decir nada, pero no hacía falta, y sentí la necesidad de despedirme, de decirles cuánto les amaba... "Papá, lo siento, siento haberte fallado todos éstos años, siento no haber sabido demostrar a tiempo cuánto te he querido... Mamá, siento no heber podido demostrarte que mereció la pena ser madre tan joven, siento no haber sido capaz de hacer que te sintieras orgullosa de tu hija mayor... Hermana, te he querido tanto a pesar de nuestras disputas... Vida, siento cumplir mi palabra tan pronto, y que ahora que nuestras almas por fin vuelven a ser una, tengan que separarse de nuevo. Te buscaré en la proxima vida, y te prometo que cuando te encuentre, no dudaré, un escalofrío será la señal de que te he encontrado. Sé feliz, y disfruta de esos nietos que no podré ver crecer a tu lado... te quiero..." Le abracé fuerte contra mi pecho hasta quedarme sin fuerzas y expirar mi último aliento.

No se por qué, de repente, me sentí liguera, toda la pesadez que sentía, desapareció. Junto a mi, encontré a aquel niño que conocí antaño, me miraba con dulzura, sonriendo, me hizo sentir feliz, pero al mirar ahaci ala cama, me abordó de nuevo la melancolía...¿podré cumplir mi promesa? El muchacho, sin dejar de sonreir, asintió extendiéndo la mano hacia mí. Siempre había pensado que si eso ocurría, desaparecería y no volvería a ver a mis seres queridos, pero me equivoqué, cojí su mano y vi imagenes que me sobresaltaron, encojiéndome el corazon en un puño. Le ví a él...

Se encontraba sentado en un bar, junto a un amigo. No conocía el lugar ni a quien le acompañaba. Me ví a mi, sentada junto a la barra del mismo, sola, mirando el techo, sin cruzar palabra con nadie. El desconocido se aproximó a mí, sé que me dijo algo, pero no fuí capaz de escucharlo...Volví a mirar por última vez a quien amaba por encima de mi vida, respiré profundamente y cerré los ojos... al abrirlos sólo apareció niebla, densa y blanca, como nunca la había visto antes. El joven había desaparecido, y tan sólo me encontraba yo... silencio...oscuridad..."Niña, sal, llegas tarde... Estamos aburridos de esperarte..."